Reconoce que el proceso de concientización es largo y complejo, requiriendo un esfuerzo sostenido en el tiempo. Este compromiso no debería limitarse a uno o dos años, sino extenderse durante décadas, superando las gestiones administrativas y consolidándose hasta completarse por completo. La gestión de residuos debe convertirse en una cuestión cultural.

El problema de los basurales a cielo abierto no es exclusivo de nuestra ciudad. En Argentina, hay más de 5000 basurales a cielo abierto, donde la gestión de la basura y las medidas de seguridad son mínimas o inexistentes.

Estos basurales representan una grave amenaza para el medio ambiente y la salud pública, contaminando el suelo, el agua y el aire. Las personas más afectadas son aquellas en contacto directo con la basura, las que dependen de ella para vivir o que residen cerca de estos depósitos.

Aunque existen planes destinados a cambiar el paradigma del tratamiento de residuos, la clase política y la ciudadanía en general parecen no tomar esta situación con la seriedad que merece.

Para abordar este problema, se debe cumplir con el amparo ambiental, proponiendo como objetivo eliminar el humo de los basurales y avanzar hacia su traslado definitivo a rellenos sanitarios. Esto requiere una responsabilidad ética y cívica por parte de los funcionarios y de la clase política en general.

Bini insiste en el compromiso estatal más allá de las gestiones temporales: “Se debe garantizar la continuidad de las acciones ambientales ante los cambios de gobiernos y autoridades, trabajar transversalmente dentro del municipio, generar indicadores de sustentabilidad, fortalecer los vínculos con la población y las organizaciones, y formalizar los procesos de participación”.